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miércoles, 15 de septiembre de 2010

Marcos 2: Jesús desafía actitudes de los fariseos

Cada semana, previo al encuentro en Santiago de Chile, un hermano de Taizé comparte una introducción bíblica del Evangelio de Marcos.
En el segundo capítulo de Marcos encontramos 5 historias en las que Jesús comienza a desafiar las actitudes de los fariseos y de los más duros opositores de Jesús: letrados, fariseos, discípulos de Juan, herodianos. Pero, ¿quiénes eran los fariseos? Eran gente sencilla, respetuosa de la Ley (el Torah, que consiste en los 5 primeros libros de la Biblia) y gente piadosa. Eran profundos creyentes que consideraban que tenían ganar la salvación con méritos propios. Harían más de la cuenta para estar tranquilos ante Dios, como si fueran una máquina sin corazón.

¿En qué parábola del Nuevo Testamento encontramos esta actitud del fariseo? En la parábola del hijo pródigo, en el hermano mayor. «Tantos años llevo sirviéndote» (Lc 15,29). Yo lo he hecho todo... sin sentimientos, no puede perdonar a su hermano menor.

¿Por qué Marcos exagera de manera negativa a los fariseos? Para que nosotros nos comparemos y para que nos demos cuenta que si tenemos las mismas actitudes no podemos seguir a Jesús. En consecuencia, la gente curada por Jesús está alegre, se reconoce que no lo merecían. La Buena Noticia que alegra a los marginados, asusta, en cambio, a las autoridades religiosas (fariseos) y políticas (herodianos).

«...discurrían en su interior» (2,6) 
Mirando, juzgando, preparándose para atacar a Jesús.

«¿Por qué come con recaudadores de impuestos?» (2,16)
Hasta ahora no se atreven a enfrentar Jesús, hasta que encuentren apoyo (con los discípulos de Juan)

«¿Por qué los discípulos de Juan y los fariseos ayunan y tus discípulos no ayunan?» (2,18)

Hasta que finalmente, «deliberan cómo acabar con El» (3,6)

Sanación a un paralítico

Jesús enseña en una casa y hay mucha gente. Cuatro personas hacen toda una faena para presentar a su amigo paralítico con Jesús. Si ya se requiere mucha destreza para mover a alguien en estas condiciones, ahora imaginar subirlo al techo, abrir un hueco y descolgarlo en una camilla. Jesús ve la fe y solidaridad de estos cuatro amigos. Con una fe así los milagros son posibles. El paralítico es ayudado por los suyos, aquí se destaca la fe del otro. Jesús no funda una religión, sino que nos llama a vivir en comunidad. Las palabras que Jesús le dirige son sorprendentes: «Hijo, tus pecados te son perdonados» (Mc 2,5). Si quieres seguir a Jesús es importante aceptar el perdón. Primero sana el corazón y luego el físico.

Seguramente los cuatro no llevaron a su amigo con El para que le perdonara sus pecados sino para que lo sanara de su parálisis, pero para Jesús es más importante sanar primero el corazón que el físico. Quizás conviene decir también que la enfermedad del paralítico no era consecuencia de una falta personal o alguna especie de castigo divino (algo que en aquel tiempo así se consideraba), porque, de haber sido así, al momento de ser perdonado de sus pecados inmediatamente hubiera sanado de su parálisis. Jesús hace una segunda intervención para curarlo físicamente. La salud del corazón y física van unidas, aunque no necesariamente dependa una de la otra (un sano puede hacer mucho mal y otro puede llevar su enfermedad con mucha paz). Jesús devuelve la integridad a toda la persona. Perdona sus pecados (aspecto religioso), lo levanta (aspecto físico y le ordena ir con los suyos, a su casa (aspecto social).

«Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa» (2,11). «Tu casa» simboliza todo el aspecto social. Jesús no retiene, nos envía a una comunión con los demás ("no mires nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia").

Llama a Leví: comparte la mesa con pecadores

Los pecadores se hacen amigos de Jesús, en la mesa. Los recaudadores de impuestos o publicanos eran considerados traidores del pueblo, y por la Ley, pecadores e impuros. Al llamar a Leví, Jesús rompe las barreras de la Ley y hace realidad la universalidad del Evangelio. Leví, por su parte al levantarse de su sitio, abandonar su oficio y seguir a Jesús, rompe con su pasado y se compromete a una vida nueva que le ofrece el Maestro con su llamado. Jesús no excluye a nadie. 1
«No tienen necesidad del médico los sanos, sino los enfermos. No vine a llamar a justos sino a pecadores» - Mc 2, 17

Sobre el ayuno

«¿Por qué los discípulos de Juan y los fariseos ayunan y tus discípulos no ayunan?» (2,18)

De un banquete en el pasaje anterior pasamos al ayuno. Estando con Jesús (el novio) es tiempo de plenitud, ya vendrán los tiempos difíciles donde tendremos que renunciar a causa del seguimiento a Jesús. Jesús no niega el ayuno; sólo que no cabe practicarlo cuando estamos de fiesta  celebrando un nuevo pacto de amor 2. Sin relación con Jesús, el ayuno no tiene ninguna importancia.

«A vino nuevo, odres nuevos» (2,22)
Jesús es el vino nuevo.

Sobre el sábado

Va Jesús con sus discípulos atravesando unos campos. Los discípulos tienen hambre y cortan unas espigas. El gran problema es que eso fue en un sábado, el primer día de la semana para los judíos, y la Ley no lo permitía (Ex 34,21; Dt 23,26).

El que los discípulos hayan calmado su hambre cortando espigas en sábado, muestra algo positivo. Comienzan a liberarse del peso de la Ley. Jesús les contesta con las Escrituras:  «¿No han leído lo que hizo David...?» (Mc 2,25). David y sus compañeros huyen del rey Saúl que lo querían matar. Entran y comen espigas de un templo que estaban reservadas para el sacrificio. 

Para Jesús ninguna ley está por encima del ser humano. El ser humano es lo que realmente importa. Todo fue creado para el hombre. «El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado».

Mc 3: Sana en sábado

Ahora es un hombre con la mano paralizada. Jesús lo pone en medio de los que lo vigilaban para ver si lo sanaba en sábado. «¿Qué está permitido en sábado? ¿Hacer el bien o el mal? ¿Salvar la vida o dar muerte?» 

Ellos callaban. Se acabó. «Y deliberaron cómo acabar con El». Eran vasijas viejas.  Jesús se entristece por la dureza en sus corazones.

A partir del capítulo 3 se ve cómo los fariseos comienzan a planificar cómo terminar con Jeús. El poder político y religioso se unirá para planear su muerte. La dureza de corazón y el silencio cómplice hacen que los poderosos sigan solucionando los conflictos a través de la violencia. 3

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1 - Comentario Mc 2,13-17, La Biblia de Nuestro Pueblo
2 - Comentario Mc 2,18-22
3 - Comentario Mc 3,1-6


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