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sábado, 9 de octubre de 2010

De Cochabamba a Punata

La noche la pasé en el edificio de la Pastoral Juvenil de Cochabamba. Ahí acondicionaron un cuarto para que descansara. Por la mañana había que dirigirnos a Punata, ciudad en la región de Valle Alto, a unos 50 km. de Cochabamba. Ahí está el sacerdote asesor de la Pastoral Juvenil de Cochabamba, quien está en la organización de las visitas que haremos.

Mercado La Cancha en Cochabamba
Con Mery, la secretaria ejecutiva de la Pastoral, caminamos por una parte de la ciudad, incluyendo el mercado La Cancha, para tomar el taxi que nos llevaría por 7 bolivianos (1 dólar) hacia Punata. El transporte en Bolivia es muy barato, subirte a un bus público cuesta 1.50 bolivianos (unos 2.50 pesos mexicanos). En el camino uno encuentra el comercio en la calle y de todo, desde granos y comida hasta ropa y artículos de limpieza. Es común ver a las mujeres quechuas vestidas con sus trajes típicos, con sus polleras (faldas) y sus aguayos que se los ponen en la espalda con una habilidad impresionante para cargar de todo, incluso niños. Da miedo que el nudo se desbarate y se les caiga todo pero todo lo tienen muy bien calculado y lo hacen con una maestría que pueden poner lo que sea ahí sin problema.

Al llegar a Punata ya nos esperaba el Padre Beymar, en su parroquia, El Señor de los Milagros. Me recibió con mucha alegría y calidez. Apenas dejé mis cosas y lo acompañamos a dos eucaristías. La primera en Tajamar en una comunidad que mandó pedir una misa por una intención familiar. Después de la comunión una señora se me acerca y me pregunta algo, yo al no entenderle me encogí de hombros y le dije "no" moviendo mi cabeza. Al final Mery me dice con una sonrisa: "no sabía que hablaras quechua...". Eso lo explicaba todo, con razón no había entendido.

La segunda eucaristía a la que lo acompañamos, fue en Chirusi-Rosario, comunidad en las afueras de Punata. Era la fiesta de la Virgen del Rosario y todo el pueblo lo celebraba con procesiones, danzas con trajes típicos, como la diablada, cuetes, comida típica. Impresiona ver como los niños ya desde pequeños celebran su cultura con orgullo.

Mientras el padre celebraba la misa yo me complacía con un helado de canela, algo parecido a un granizado con hielo y con maní encima. El color del helado con el maní recuerda un poco a la tuba de Colima, pero éste era más rico con hielo. La señora que lo preparaba se reía con otra señora... les extrañaba que yo estuviera tomando video del helado y su preparación y se preguntaban, en quechua, de donde sería y por qué actuaba raro (después me tradujeron).



Hacia la tarde estaría en la primera oración de la visita en Bolivia. En Valle Bajo, en Quillacollo, ciudad muy cerca de Cochabamba animaríamos una oración con cantos de Taizé. Al llegar los jóvenes ya tenían todo muy bien preparado, la decoración del lugar con telas, velas e iconos, el coro con guitarra, flauta y violín, incluso ya ensayaban los cantos con los asistentes. La oración reunió a unas 60 personas en un clima de reflexión, canto y silencio. Al final una joven recordaba el encuentro de Taizé en 2007 en Cochabamba como "algo nuevo, pero muy lindo". Aun después de 3 años y siguen resonando ecos de la experiencia que trajo el encuentro para los jóvenes bolivianos.



Oración en Quillacollo

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